Ahora comprendo por qué resulta tan fácil y al mismo tiempo necesario intercambiar un saludo entre extraños. Mas allá del simple intercambio cortés de saludos, habitual al cruzarse en los caminos de montaña (no así en las ciudades) ¸más allá de esto, que resulta sencillo, pero que es la parte más simple de lo que quiero decir. He comprendido por qué es fácil que suceda pararse a compartir emociones sugeridas por el paisaje; deseos de disfrute o advertencias de riesgos e incluso ofrecimientos de colaboración.
Todo esto me ha sucedido hoy y creo que sé por qué sucede. Lo que en la práctica del “shinrin-yoku” , en los baños de bosque está pautado por la persona que guía, es en realidad una reacción espontánea, un deseo intuitivo efecto de la naturaleza en los seres humanos: el deseo y la necesidad de compartir.
Así de sencillo. Compartir es una de las cinco vías de aproximación a la Naturaleza y uno de los efectos sanadores que la inmersión en la Naturaleza nos produce.
